Espejo

Yo te mire detenidamente

Tu fotografía fue un reflejo de mi vida,

Me ví en tus ojos

En esa sensación postrera del vacio

Me reconocí en ellos y en esa

Inquebrantable falta de cariño

Quise abrazarte,

La pantalla no permitió nuestro encuentro

Tu rostro dulce y tierno

Tenía en sus pómulos la desesperación por un abrazo

Tus caderas enanchadas para guardar tesoros

Fui en ti y en tu pavor de verte sola

Recordé tu voz,

Quejumbrosa, incrédula, sorda…

Me recordó mi quebranto

Y tuve la certeza de que más temprano que tarde

Sabrás de este espanto

Te bañaras a media noche queriendo limpiar tu alma

Vomitaras de sólo recordar sus besos

Llorarás al develar sus mentiras

Que de forma vil ira estampando en tu vida

Te coronará de placer y atenciones

Mientras urde estratégicamente sus traiciones

Pero me abrazo a la esperanza y la Vida

A esta necesidad de vestirte de guerrera

De prender el fogón

y prepararte un té de flores

Que te reconforte

al verte entrar

a la ruka de la mujeres libres.

Aire de Hijo.-

“Yo te pienso
Y se me abre un campo
De fresias dulces
De mañanas soleadas
de tardes anaranjadas y rojizas,

Te miro
Y el azul del cielo me cubre
sus nubes me acarician de olores
Para posarlos en tus rincones

Te huelo
Y el sándalo y la canela
Son tus mejores trajes
Bendiciendo tus risas y llantos

Te siento
Y el color esmeralda del océano me abraza
Y me lleva de viaje por sus ríos
Para encontrarme en tus latidos”

El sol de la tarde se dispersó con las nubes

mi corazón tenía ganas de olerte.

Ayer se sacudió la tierra

y el mar abrazó hasta las fábricas,

y yo aquí necesitaba tu piel

las nubes brumosas y oscuras

Carcomían la puerta de silencio

Con que la que La soledad se esconde por dentro

pero esos autos que nadaban con el agua del mar

me distraían de este sepulcro

frente al fuego que enciende la leña

recogida del bosque

posé la tetera pa’ la leche del hijo

pero tus manos me agazaparon de sorpresa

yo creí que se cuncuneaban sobre mis caderas

pero tu olor aún no se colgaba de mi como bufanda

Esa hora del ocaso me gatillo unas lagrimas

Las mismas que brotaron al saber que ya no vendrías

Te estuve esperando con el color rojizo del cielo con nubes

Y me sigue pareciendo ayer nuestro último beso.